Humanos y animales unidos en la obra de Victor Grasso
Los retratos de Victor Grasso (Nueva Jersey, 1977) no son menos turbadores que sus escenas. Hiperrealismo al servicio de una mente dominada por la necesidad de explorar las profundidades marinas y la figura femenina.
Vistosos tocados de escurridizos peces. Retorcidos tentáculos que conforman el más gelatinoso de los complementos. Descomunales mandíbulas rodeadas de éxtasis religioso. Moluscos que rodean el cuello a modo de sabroso collar. Corpiños que se enroscan al cuerpo como anguilas protectoras. Viendo tales indumentaria resulta, cuando menos extraño, que la sensualidad de sus protagonistas no se vea alterada un ápice.
Con paleta de colores reforzada en ocres, blancos y negros y sus pinceladas certeras compone lienzos en los que podríamos bucear. Porque eso parece que hacemos en ese universo. Grasso nos lleva por lugares de fantasía, oscuridad y cierta alarma que, sin embargo, no podemos evitar disfrutar.
Y es que, queramos que no, el autor despierta en nosotros la duda de si realmente, son o no posibles tales personajes. Eso y la idea de que lo mismo estamos sumergidos en un mundo creado por Verne.
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