Algunas tormentas son fuertes y atronadores
con grandes destellos de relámpagos que rasgan el cielo.
Otras tormentas denotan rabia privada
confinadas bajo apariencia de calma.
Así habla Patty Maher (Canadá) de una de sus series, The Quiet Storm, y quien mejor para describirlas que la propia autora, porque sin duda es eso lo que vemos en gran parte de su obra, una calma pretendida, contenida, una calma que quizá solo rascando un poco se quiebre en mil añicos, en mil cuitas.
Sus personajes, siempre mujeres, anónimas y rodeadas de misterio nos dejan con ganas de saber más, de investigar, ver donde nos llevarían de la mano, si es que quisieran compañía, que eso no está tan claro. Mujeres solitarias, alejadas del mundo real, perdidas en bosques y caminos. Mujeres sin rostro, lejanas e inalcanzables y tan bellas…
Una fórmula más para hacer que sea el espectador el que se involucre, el que introducido en cada imagen planee la historia, el que la conciba de principio a fin. Porque si Patty Maher ama crear, adora obviar los límites entre lo real y lo fantástico ¿porqué no convertirnos en co-creadores? sobre todo si, empujados por lo que vemos nos dejamos llevar por las emociones más básicas y auténticas que a nuestra mente acudan.
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