Tiene 23 años, lleva tres en el mundo de la fotografía, habla cuatro idiomas y tiene una asertividad desbordante, es Evelyn Bencicova (Eslovaquia, 1992) y su trabajo despierta mil sensaciones en el espectador.
Conocimos la obra de esta fotógrafa a raíz de su conocida serie Ecce Homo, bodegones de cuerpos sin rostro y una estudiada escenificación dejaron a la vista su capacidad creativa; cuerpos apilados, dolor y clamor. Olor a violencia y vergonzantes guerras para unos; o una coreografía delicada y dúctil para otros.
Aunque Evelyn Bencicova es mucho más que esa serie; fiel a sus tonalidades, fríos grises, colores pardos exentos de vida, en los que sus personajes casi desaparecen diluidos en una tonalidad que los consume. Cuerpos extenuados, extremos, casi consumidos; y aún así, muy presentes, tanto que nos conducen por universos llenos de misterio, emplazamientos estratégicamente elegidos para mostrar siempre que se quiera ver.
Lugares llenos de teatralidad y drama donde la fuga puede ser la finalidad, protagonistas que despiertan distintos sentimientos en función de la mirada de cada quien; composiciones que convierten lo pensado en imágenes, las ves y sabes que algo ha ocurrido, aunque no exactamente qué, sí que es algo que rezuma emoción, enigmas por descubrir; quizá la relación que se da entre el cuerpo y su entorno, siempre cambiante, siempre incierta, siempre deseable.
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Ecce Homo |
Mila Abadía | Jose L. Calleja