Hermanas que comparten memorias de infancia y sueños de adulta,
hermanas que saben, sin necesidad de preguntar,
hermanas que comprenden y aún cuando no pueden entender,
igualmente apoyan.
Con la doble exposición como técnica creativa, la fotógrafa Aneta Ivanova (Bulgaria) compone retratos donde naturaleza, arquitectura y la figura de la mujer se superponen hasta formar imágenes impredecibles pero de todo punto poderosas.
Sus musas, casi siempre sus hermanas, mujeres cercanas, queridas, como si la afinidad que se deriva de ese lazo fuera la que mejor le funcionara a la autora en el instante de transmitir lo que su mente quiere expresar, aunque transmitir un mensaje no es precisamente la mayor de sus preocupaciones, Ivanova busca más que eso, que sea el observador el que encuentre su propio significado.
En ese sentido, capa tras capa, la fotógrafa parece querer preguntar al espectador sobre lo que ve, lo que siente, lo que percibe, obras siempre mudables en función, precisamente, de esas sensaciones, y en cualquier caso, deleitar con retratos surrealistas, deslumbrantes y de una perfección técnica fuera de toda duda.
© Aneta Ivanova | Web