Animación, escultura, pintura, fotografía, cualquiera de estas disciplinas sirven a Monica Cook (Georgia 1974) para trasladar su obra al espectador y con ella múltiples sensaciones que van de lo placentero a lo grotesco pasando por el erotismo más descarado.
Desde sus inicios en los que el autorretrato era primordial, la autora ha ido evoluiconando hacia su fórmula actual, aunque siga apareciendo en su obra, ahora es más una comparsa de todo aquello que nos quiere mostrar, peces, frutas, miel, leche, todo tipo de comida o bebida resbala por el cuerpo desnudo de sus protagonistas; con el detalle, la textura, la opacidad, la luminosidad de su obra consigue una mezcla de aversión y simpatía que impacta en el observador.
Horror y erotismo perfectamente amalgamados, Monica Cook es capaz de retorcer lo más natural y convertirlo en algo repugnante; y con todo, nos enfrenta a la vulnerabilidad del humano, porque es ahí donde quiere llegar, quizá una forma de demostrarnos que, por más que busquemos, debajo de todo, está el humano, aquél que es capaz de lo mejor y de lo peor, aquél que puede conseguir hacerte llorar o reír en un mínimo transcurso de tiempo. Un trabajo en el que la técnica realista nos conduce por mundos, por momentos, surrealistas.
Monica Cook nos conduce por temas en torno a la procreación, la vida, la muerte, la decadencia y la regeneración; en definitiva, el ciclo de la vida, el primigenio misterio, el de la conciencia permanente y continua del ser.
Monica Cook | Web
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