Lara Ruiz. Entre líneas (dis)continuas.

Recomponiendo la forma

Lara Ruiz (Luxemburgo, 1986) asume el ejercicio de la creación desde la propia descomposición de sus conceptos. Parte de la subversión de las categorías tradicionales de pintura y escultura, para proponernos piezas que transgreden sus límites físicos y conceptuales.

Juega, entonces, a descomponer la materia para articularla en un nuevo contexto, un escenario otro.

Graduada de Bellas Artes por la Universidad de Salamanca y con un Máster en Producción Artística por la Universidad Politécnica de Valencia, la artista desarrolla actualmente su carrera artística en la ciudad de Salamanca. 

Entender la obra de Lara Ruiz implica comprender los diferentes procesos por los que atraviesa su creación; esos que le han llevado a definir una línea artística, pudiéramos decir, ya distintiva.

Su trabajo se enmarca en la exploración de lo matérico, lo pictórico, lo conceptual. Búsquedas que le han conducido a desmontar los propios límites de las formas. Una creación expandida que huye de clasificaciones para convertirse en una auténtica experiencia estética.

De lo matérico a lo conceptual

La creadora se apropia de elementos típicos del sistema constructivo industrial, productos estandarizados y modulares a los que dota de una nueva funcionalidad, una estética diferente, al insertarlos en el plano artístico.

Tuberías de pvc, engranajes, uniones, se convierten en soporte visual y conceptual de una serie de propuestas que discursan sobre la transformación, la adaptabilidad y la retornabilidad. 

Ha sido en estos materiales en los que ha encontrado la posibilidad de traspolar al mundo físico, esas ideas que va bocetando en sus dibujos; punto de partida de todo.

Lara Ruiz compone desde el dibujo, una parte intrínseca de su creación de la cual derivan sus proyectos y ejercicios constructivos, bidimensionales e instalativos. Crea series compositivas, experimenta con el color, las formas, las estructuras para luego expandir lo pictórico tanto al pvc como al resto de materiales que incorpora a las piezas. 

Y es que lo matérico adquiere un marcado protagonismo dentro de la poética de esta autora que no solo aporta la particularidad de incorporar a su obra aquello que reutiliza de la industria, sino la capacidad de hacerle mutar al poner a dialogar en ella elementos propios del ecosistema artístico (lienzo, papel, óleo) que le otorguen un carácter y dimensión artística. 

La propia operatoria de Lara Ruiz la conduce a desestructurar y subvertir esas formas estándares, en tanto las deconstruye como ejercicio implícito de la nueva creación. La linealidad se trastoca en la búsqueda por la movilidad, en la ruptura con lo estático y en los juegos de luz y color que crea en el espacio. 

Formas mutantes

La capacidad dinámica de los materiales, la condición de ser montables y desmontables, e incluso reutilizables, le ofrecen la posibilidad de manipularlas a su antojo. De ahí la variabilidad compositiva que le caracteriza; la libertad de las formas desplegadas más allá de lo imaginario. 

Si bien en algunos casos, las obras morfológicamente tienden a recurrir al lenguaje de la escultura, terminan por transgredirlo en construcciones que se expanden por el espacio a manera de objetos mutantes.

Igual sucede con aquellas piezas donde manipula el lienzo en forma y color, para luego integrarle otras estructuras ya intervenidas de modo cromático.

Un rejuego visual que nos llega a conectar con la idea/forma del bastidor tradicional, pero que la artista descompone en una materialidad otra. 

Los modos de hacer de Lara Ruiz guardan una relación intrínseca con el diseño, y sus obras dejan entrever esa línea de conexión: cómo compone, modula, o la propia manera de entender lo pictórico.

En sus piezas los colores nos absorben en el acto contemplativo, y no solo interactúan sino que se yuxtaponen de manera dinámica y armónica a partir de las dimensiones de las estructuras, los matices.

Lara crea un rejuego formal y estético desde las formas más sutiles hasta los contrastes más violentos cuya estética nos remeda al pop.  

Su obra es una auténtica simbiosis que tiene la capacidad de dinamitar el espacio, de transformarlo, de hacerlo vibrar a través de las sensaciones. 

Lara Ruiz invade lo arquitectónico, lo reinventa apelando todo el tiempo a un espectador activo, dinámico, implicado en todos los sentidos en vivenciar sus piezas. Convierte la creación en una suerte de experiencia estética y sensorial en tanto tiene la capacidad de desarticular el cubo blanco para desde su relectura, desplegarlo en líneas cromáticas que le dotan de un nuevo sentido. 

Todas las imágenes ©  Santiago Santos. Cortesía Domus Artium 2002