Esther Ferrer, toda una vida combatiendo con arte
Esther Ferrer (San Sebastián, 1937), máximo exponente de la performance, hilvana una exposición que acoge acciones, piezas sonoras, vídeo, fotografía, performance e instalaciones en un recorrido que considera el hilo de su vida artística.
Una retrospectiva que abarca toda su carrera desde los años 60 y que podremos visitar del 26 octubre del 2017 al 25 febrero del 2018, en el Palacio de Velázquez del Museo Reina Sofía.
Bajo el título “Todas las variaciones son válidas, incluida esta”, la muestra comisariada por Laurence Rassel y Mar Villaespesa se nos ofrece como un itinerario para que el espectador vivencie y experimente. Llegando a presentarse a modo de escenario, con butacas para el público, como en la instalación que nos invita a detenernos a descifrar los dibujos de su serie Poema de los números primos.
La selección de obras recoge en documentación y material audiovisual gran parte de los últimos 50 años de producción de la artista.
Instalaciones que interactúan con el público y piezas que se activan por mediadores instruidos por Ferrer, para desarrollarlas de tal forma que por medio de instrucciones el visitante puede interactuar tanto individualmente como en grupo en distintas propuestas de la muestra.
Dejando patente con ésta intervención del público, la importancia del proceso. Los vacíos o los silencios, todas características presentes en la producción de la artista, que vertebra su obra sobre la idea de espacio y tiempo, de repetición, de azar y variaciones, de fragilidad y movimiento.Tal como expresa el título de la muestra: todas las variaciones son válidas, incluida esta.
El arte como espacio de libertad
Esther Ferrer es la imagen de la artista independiente, luchadora y comprometida, que logra sobrevivir con su arte sin caer en condicionamientos ni servilismos hacia el mercado o las instituciones, toda ella es un grito de libertad, reivindicando el arte como un proceso y no como un fin.
“Creo que el arte es el único espacio de libertad que tengo, es el único espacio en el que me lo puedo permitir todo y la única persona que decide si es bueno, malo, interesante o no soy yo, y asumo esta responsabilidad”
Este “espacio de libertad” tal como lo expresa Esther Ferrer forma parte de toda la trayectoria de la artista vinculada al colectivo ZAJ, desde 1967 hasta su disolución en 1996.
Influenciada por las tendencias neodadaístas que emergieron en la década de 1950, visibles en las actividades del movimiento Fluxus, el colectivo ZAJ tiene como uno de sus referentes al compositor estadounidense John Cage. La obra de Ferrer se inscribe en la corriente de arte minimalista y conceptual, iniciada en la década de los sesenta del siglo XX, que tiene a Stéphane Mallarmé, Georges Perec, como referentes, así como en los feminismos de aquel momento.
Para Manuel Borja-Villel, director del Reina Sofía, “en Esther Ferrer el concepto del tiempo es como serialidad, como repetición, pero también implica la alteridad y lo imprevisto; y este juego entre el azar y lo sistemático está en su obra”. Sobre el espacio, añade: “tiene poco que ver con la escultura y sí mucho con la performance, con los ritmos, con lo musical, y remite a la fragilidad, al humor y al aspecto combativo”.
El compromiso con un arte feminista
Otras de las obras que podremos encontrarnos son sus “Juguetes educativos” metáforas construidas para la reflexión: pistolas de plástico de colores con penes insertados en sus cañones de disparo. La artista -Premio Nacional de Artes Plásticas 2008 y Premio Velázquez 2014 nos deja claro que el feminismo es una presencia fundamental en su vida y su obra: “soy feminista mientras sea necesario y me encantaría que no lo fuera porque es muy incómodo muchas veces”.
“El feminismo es una lucha por la libertad. Liberándonos a nosotras, liberaremos a los hombres, que parece que no se han enterado de que pueden liberarse por ellos mismos”, remata su intervención. Los museos, como máximos representantes del rodillo institucional, también son “machistas”.
El cuerpo como útil de trabajo
En la performance objeto y sujeto es lo mismo. Esther Ferrer ha convertido su piel en arte y la ha puesto al servicio de reivindicaciones sexuales y de género. Trabajando sobre el cuerpo en performances como “Íntimo y personal” que también veremos en ésta muestra. Según la propia artista, la acción “Íntimo y personal” estaba basada en la falocéntrica necesidad de control y medición.
Una obra que es crítica radical a la representación del cuerpo (en especial del femenino, pues las fotografías documentan la acción de medición sobre la artista), así como la mercantilización del ser humano que conlleva la eliminación de la esfera de lo privado.
La voz de la artista
Con sus 80 años la voz de esta incombustible artista es tan fuerte y clara como la de sus primeros días, validada por su trayectoria de dignidad y coherencia cuenta que toda libertad tiene un precio: “Pasas angustias, miserias, no sabes si vas a poder pagar el alquiler, el teléfono, si caes enfermo no te cubre nadie, estas cosas. Pero también tiene muchas satisfacciones no depender de nadie y que nadie te mande, que nadie te diga nada. Compensa. Porque además gracias al arte me he mantenido siempre en actividad. Tengo tantas cosas que me interesan, tantas cosas que quiero hacer y tan poco tiempo para hacerlo”. “Lo que más me indigna en 2017 es que haya un Trump, un Rajoy, un Macron, y que todavía puedan representar algo. ¿Cómo toleramos que estos manden?”.
“Todas las variaciones son válidas, incluida esta”
Artista: Esther Ferrer | Web
Fechas: Del 26 octubre del 2017 al 25 febrero del 2018
Lugar: Palacio de Velázquez del Museo Reina Sofía | Madrid
@museoreinasofia
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