
Dos belgas que prefieren mantenerse en el anonimato, un director de arte y una diseñadora gráfica y fotógrafa son los componentes del dúo Mothmeister, a ambos les apasiona la taxidermia casi tanto como les hastía, según dicen, el exhibicionismo de la “cultura selfie” y los estándares marqueteados por los medios masivos; y como demostración han creado Wounderland, una serie fotográfica que continúa creciendo como un increíble y perturbador mundo en el que pesadillas y taxidermia se combinan con el surrealista universo de Alicia.
Seres enmascarados que nos miran desde sus cuencas vacías mientras sujetan amorosamente animales inmóviles, con apariencia de vivos pero con la vida agotada en las pupilas; una alegoría quizá de lo que reflejan nuestros propios ojos mientras nos obsesionamos por aparentar.
Momentos improvisados, derivados de sueños, o quizá de alguna perturbación, personajes siempre temidos, un payaso recurrente, un muñeco terrorífico, la sangre surgiendo de la boca de una momia, miradas vacías que no nos ven, porque no importamos, interesa la muerte, la fealdad en contraposición a la belleza perfecta con la que nos martillean constantemente.
Engendros que nos socorren porque, al fin y al cabo, no vivimos en un mundo bello, esa beldad es únicamente un fingimiento en el que todos caemos, más guapos, más altos, más delgados, más, más, más; mientras nos colocamos, nos retratamos falseando lo que somos, perfectos enemigos de nuestro ser, convertidos en quienes no somos, o eso creemos, hasta caer en el ridículo, en el absurdo, como los personajes de Mothmeister, incoherentes e irracionales, tan humanos….
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