Cuando hablamos de distopía nos imaginamos una sociedad apocalíptica, en tanto contrario a utopía. Ahora bien ¿quien dice que lo que a uno pueda parecerle la sociedad perfecta a otro se le muestre como abominable?. Siendo así, quizá la distopía y la utopía dependan de la mirada de cada cual.
Y es así como Jamie Baldridge (Luisiana, 1975) nos invita a un juego en el que sus personajes de gestos perfectamente estudiados pudieran estar habitando en una sociedad u otra. Cuerpos atormentados con ingenios enquistados y colocados en ambientes que nos traen a la mente un futuro aciago.
El autor refleja en su fotografía un mundo surrealista, tragicómico y versado; un mundo en el que la decadencia se filtra en cada composición. Y con el que consigue crear una narrativa que recuerda cuentos de hadas retorcidos y reajustados a esa sociedad distópica que tanto parece gustarle.
Si nos está advirtiendo de que siguiendo el camino que llevamos acabaremos creando esa sociedad; o si para el autor, es la sociedad perfecta, es algo que queda a criterio del observador, aunque a priori no parece un futuro muy prometedor.
Su proceso creativo comienza dibujando unos sencillos bocetos, en los que se basa para crear la ambientación y colocar al modelo en el lugar exacto para fotografiarlo. Lo que le falta para conseguir el entorno que busca lo crea a través de un programa de renderizado, para finalmente retocar la escena con el imprescindible photoshop hasta conseguir imágenes con un punto pictórico tan acusado que a veces nos hace dudar si lo que estamos viendo es fotografía o ilustración.
Jamie Baldridge | Web