Con Caravaggio y Filippo Lippi como grandes ídolos, no es de extrañar que las composiciones de Alina Noir (Rumania) tengan un halo renacentista. Consciente de que para que una idea le funcione no puede prescindir de la narrativa, abandona el color y se pasa al blanco y negro, no necesita más; con el tiempo ha retornado poco a poco al color, aunque siempre utilizado como si “coloreara” la imagen.
Historias clásicas con simbología renacentista que recrea desde un punto de vista contemporáneo; historias que inducen a la reflexión y alteran el ánimo.
El desnudo como herramienta para reflejar infinidad de emociones y trabajar con actores de teatro y bailarines le permite comunicar sus ideas a través de microexpresiones, poses intrincadas o movimiento delicados le llevan a utilizar el cuerpo como vehículo de expresión más allá de los convencionalismo sociales del atractivo o de su cosificación.
Alina Noir plasma mil situaciones que desembarcan en sentimientos de fuerza, debilidad, sensualidad, soledad, abandono, poder, sumisión, ambición…