Una parte de surrealismo, dos de romanticismo, 1 y 1/2 de fantasía y 3/4 de magia, agítalo bien, y añádele un buena dosis de buen hacer y una pizca de ironía y ya está… ante ti, la obra Lotta van Droom (Alemania). Un ilusionista de la cámara y la fotocomposición que te arrastrará por un mundo sin fin.
Composiciones que parecen haberse formado en la mente del autor cual narraciones inquietantes e intrigantes, fotografías que reflejan esas descargas que sentimos a veces, soplos de la imaginación que el autor desmenuza y plasma en sus imágenes, fantasía, deseos propios y ajenos. Rostros compuestos de manos, objetos inexistentes que se materializan ante tus ojos, realidades imposibles, sensaciones y entelequias se hacen dueñas de la realidad, nos aplastan con su capacidad de seducción. Lotta van Droom ve el cuerpo humano como una construcción, no es de extrañar que en su obra lo trate como una herramienta más para alcanzar lo que quiere trasladar al espectador.
Por eso no es de extrañar que dentro de ese universo inventado, nuestra propia imaginación despegue mientras percibimos esa realidad alterada, sueños que bien podrían darse en nuestra psique, o no, quizá algunos no lleguemos nunca a desarrollar esa capacidad de ver la realidad de manera completamente distinta, alterada, distorsionada, también bella, estimulante y deseable.
El autor persigue una perturbación de la objetividad tal que nos descubra emociones ocultas, distintas interpretaciones para un mismo concepto, en definitiva, nos hace movernos sino del asiento, si de esas mentes demasiado asentadas en una existencia demasiado anodina.
Mila Abadía | Jose L. Calleja