A veces, el silencio viene acompañado de voces en la cabeza, esas voces que se niegan a callar evitando así que volvamos la vista al recuerdo mientras nos empujan a hacer lecturas distintas de cuanto tenemos delante, Héctor de Gregorio parece resucitar esas voces para plasmarlas en sus obras, retratos cuya planificación crece en importancia por momentos; desde la puesta en escena a la elección de modelos pasando por el vestuario, es elegido con cuidado extremo, sin dejar nada al azar.
Por eso cuando el autor utiliza la fotografía, la pintura, el collage o el retoque digital no sorprende que consiga seducirnos con cada creación, en sus composiciones encontramos ganchos que atraen nuestra mirada, y luego ya, cuando ha captado nuestra atención lanza a su personaje o su historia, y todo con un halo barroco que nos traslada a tiempos pasados.
Cautivador e intrigante, antiguo y contemporáneo, críptico y evidente, Héctor de Gregorio juega con la contradicción para dejarnos historias solo vislumbradas, relatos que nos invita a completar, situando a sus personaje donde queremos, en ocasiones cercanos a la idolatría, otras, con un halo de religiosidad inevitable. Un espíritu contradictorio gracias al cual en su obra tiene cabida también la ironía y la crítica franca.
© Héctor de Gregorio | FB
Mila Abadía | Jose L. Calleja