Con el surrealismo como enseña llama la atención el hecho de que sus personajes aparecen en el lienzo como si estuvieran en las situaciones más habituales, a pesar de lo absurdas que puedan ser. Semblantes que expresan absoluta normalidad, personajes que puedes encontrar a la vuelta de cualquier esquina, sonrientes, amables, pensativos…. y siempre convirtiendo la composición más absurda en la más común.
Escenas recreadas con la intención de que sea el espectador el que construya la historia, el que decida qué creer frente a cada obra, una deliciosa libertad que, si decides aceptar, te hará pasar un buen rato, imaginando, inventado, fantaseando en qué lugar, en qué momento puede tener cabida una imagen así. Y todo sin dejar de lado, el evidente entretenimiento al que te empuja cada creación.