Tras siete años de dedicarse al mundo del cine Daniel Barkley ( Québec,1962) se decantó por la pintura como forma de expresión artística, figurativista e investigador de la experiencia humana a través del cuerpo masculino; cuerpos despojados de su vestimenta que nos invitan a ir más allá, a comprender, a impregnarnos de la sensibilidad y el misticismo que desprenden.
Personajes siempre jóvenes, siempre desnudos para una temática en la que la biblia y la mitología son imprescindibles, cuestión esta que, en parte, contrasta con el hecho de que no guste de ser identificado con una religión en particular, él mismo dice ser “un artista que define la fe desde una perspectiva secular”.
La espiritualidad, la contemplación o el éxtasis son elementos casi irremplazables en su obra, una forma de descontextualizar sus propias emociones, una forma de plasmar la esencia emocional de la época que le ha tocado vivir.
La espiritualidad, la contemplación o el éxtasis son elementos casi irremplazables en su obra, una forma de descontextualizar sus propias emociones, una forma de plasmar la esencia emocional de la época que le ha tocado vivir.
Desnudos que no sorprenden por serlo, sino por la energía y el poder que transmiten; con el gran formato como fórmula prioritaria, sus escenográficas y a la vez realistas composiciones nos empujan a intentar entender lo que ocurre en el lienzo, lo que hay tras cada uno de esos desnudos; sin darnos cuenta nos vemos sorprendidos por una deliciosa empatía hacia sus retratados, conectados con sus sensaciones que pasan a ser nuestras; experimentando dramas, sintiéndonos en minutos alegóricamente desnudos.
© Daniel Barkley | Web
Mila Abadía | Jose L. Calleja