La relajante obra de Josef Kote

02 Sep 2015

Ante la espontaneidad de Josef Kote (Vlore, Albania – 1964) solo se puede uno sentir impresionado, “pinturaza” como le gusta denominarla cariñosamente a mi querido captador de contenidos, y no es de extrañar, trazos a espátula que nos trasladan a un mundo en el que el impresionismo hacía furor aunque sin dejar de lado la abstracción.

Marinas y mujeres son algunas de las temáticas del autor, o mejor dicho, mujer, puesto que en la mayoría de su creación la modelo es la misma o quizá solo lo parece; delicada, sutil y etérea parece encontrarse ensimismada en un mundo interior, como si el exterior le resultase completamente ajeno; marinas en las que la luz y el agua nos acercan a un mundo en el que la energía de la escena se reproduce en la tela; y todo aliñado con sus urbanitas lienzos de modernas ciudades, carreteras sin fin o paisajes donde la naturaleza se extiende hasta el infinito.

Manchas de color superpuestas que parecen haber sido colocadas sobre el lienzo sin orden ni concierto y he aquí que el resultado no puede ser más fascinante. Josef Kote logra formar la imagen que desea mostrarnos con total confianza y frescura.

Con una meticulosa elección del color, trabaja el pastel de forma completamente equilibrada, sus colores, fácilmente reconocibles al utilizar casi siempre los mismos, dan vida a una pintura de técnica clásica que nos traslada una idea de romanticismo en la que, a veces, apetece sumergirse, dejarse llevar por momentos de profundo relax.