Con el figurativismo como máxima forma de expresión, Vasily Shulzhenko (1949, Moscú) plasma sociedades en las que la industrialización ha dejado de ser algo deseable para convertirse en una auténtica lacra; sociedades con atisbos de crueldad que no pasan desapercibidas a la mirada del espectador.
En sus pinturas refleja una Rusia dura, penosa, un país en el que el alcohol, el estancamiento, la miseria y la incultura ha abierto una brecha en la sociedad difícil de cerrar; la crítica imperante en su obra se traduce en lienzos oscuros, individuos grotescos, entornos sucios con los que podemos recrear una situación lúgubre y dañina socialmente.
Vasily Shulzhenko se ha decantado por un arte figurativo en el que la expresión de sus personajes lo dice todo, sus poses, gestos y miradas nos dejan personajes que de la crueldad pasan a la amargura en un abrir y cerrar de ojos, protagonistas perdidos en un mundo al que quizá se han acostumbrado a pertenecer; lugares que, por inhumanos, el autor llena de humanidad.
Con sus gruesas pinceladas de colores apagados y tristes abre una ventana a la que asomarnos para descubrir un país alejado de los tópicos de socialismo y libertad; por el contrario, enfrentarte a su obra supone asumir la imposibilidad de hacer realidad aquel dulce principio de igualdad; si como dijo Marx “El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social, política y espiritual en general” aún más difícil de tragar es la obra de Shulzhenko.
Mila Abadía | Jose L. Calleja
