Como un explorador de la muerte Karol Balcar (Lanškroun, República Checa – 1966) se posiciona ante ella sin ningún miramiento, con su pintura hiperrealista nos enfrenta al “gran paso” con contundencia y veracidad para dejarnos luego probar la sensualidad de su pincel.
La delicadeza del trazo de Karol Balcar mientras plasma piel, venas, músculos o cabello con todo lujo de detalles te lleva a desear querer transitar por esos mundos, a atreverse a formar parte de ellos, sean de muerte o de placer.
Claroscuros manejados con absoluta seguridad, luces y sombras, oscuridad y luminosidad para embarcarnos en instantes intensos, sean de muerte o de erotismo, ya nos recuerden la intimidad de momentos de intensa sexualidad, ya las horas posteriores a la muerte que el autor plasma con total precisión en un certero intento de unir ambos trances.
Cuerpos de belleza incontestable, féminas, efebos o viriles cuerpos que despiertan esa inclinación tan humana al placer, que se comunican con el espectador a través de sensaciones compartidas, que habitan universos soñados por muchos.