Aunque en una primera mirada, la fusión entre seres humanos, máquinas, animales y plantas que plasma Jeffrey Randolph Richter en su pintura, pueda parecer poco natural segundos después todo parece encajar a la perfección como si solo esa mezcla tuviera lógica.
Máquinas de coser, cámaras fotográficas, tijeras o cremalleras en una aleación con la figura humana profunda que las convierte en un ente único. Con una paleta de color sombría, aliado con el carbón y el pastel como únicas técnicas, metamorfosea humanos hasta convertirlos en una suerte de engendros no desprovistos de magia y dignidad.
Jeffrey Randolph Richter recrea un universo surrealista en el que resulta complejo introducirse, como difícil resulta imaginar que pasa por la mente de su autor; y sin embargo, algo te llama, te seduce, algo en sus protagonistas te empuja a dejar libre tu mente, a dejar que sea solo la mano firme del pintor la que te conduzca ¿Y si todo fuera una mera locura que no pretende otra cosa que demostrar que nada tiene porqué ser imposible? Quiza….
Mila Abadía | Jose L. Calleja