Cuando la idea de un diario fotográfico no pasaba por nuestra mente, Ryan McGinley (1977, New Jersey) convertía este lenguaje visual en algo tan seductor como para llegar a ser el fotógrafo más joven en exponer en el Whitney Museum of American Art de Nueva York; y lo hacía gracias a una obra que llevaba implícita la idea de juventud, en la que el desnudo, la eterna fiesta, y las relaciones abiertas son el centro de la vida.
Años más tarde, sin abandonar la fórmula inicial, Ryan McGinley ha convertido sus fotografías en una suerte de celebración de la vida y la libertad. Sus protagonistas, conscientes de que lo son, actúan para la cámara en una constante exploración de sí mismos, alegres de perderse en el instante preciso en que son plasmados. Así los retrata el autor, reales y vivenciales; una enfática vivacidad a la que nadie puede escapar.
Si las cosas que hacemos habitualmente las hace un grupo de nudistas, lo mezclamos con pornografía vintage y con el Sport Illustrated, se puede hacer una idea del aspecto que tienen mis fotografías.
Una fotografía emocional y sincera que puede también mostrar personajes serios, no todo es diversión en su obra, y sin embargo, nunca llega al drama, como si no se lo permitiera la propia cámara.
Composiciones meditadas, elaborados escenarios creados al detalle, perfección inusitada en el juego de luz y color, con todo, refleja momentos de belleza excepcional, dejando al protagonista libertad para hacer cuanto deseen pasándoselo bien, una forma de mantenerse entre la realidad y la ficción que sin duda habrá llevado a alguna que otra situación compleja.