Waldeinsamkeit de Irene Cruz se inaugura con una performance
No se si conocéis Lateral, una cadena de restaurantes que ha hecho del arte un ingrediente más de su carta, reconozco que nunca he comido en uno de ellos, así que mal puedo hablar, de lo que si me gustaría hablar es de la exposición que acogerá en su local del madrileño CC Arturo Soria entre junio y septiembre, Waldeinsamkeit de Irene Cruz. El día 11 de junio a las 18.00 horas y con motivo de la inauguración se llevara a a cabo una instalación de vídeo y sonido así como una performance en vivo de la artista acompañada por el artista sonoro irlandés Alan Gleeson quien ha creado una pieza sonora inspirada en los vídeos de Irene Cruz, aportando su interpretación personal del concepto de Waldeinsamkeit, les acompaña la performer Altea Henández.
Waldeinsamkeit sugiere una atmósfera contemplativa calma en medio de un entorno natural. Que en este caso he cogido prestado para este espacio expositivo. Es uno de esos puntos de contacto entre el mundo inmaterial y el mundo terrenal. Se refiere a una sensación muy específica, la sensación de ser uno con el bosque; como sentimiento y como lugar físico.
Las fronteras entre lo inmaterial y lo material desaparecen. Es estar en conexión con la naturaleza, formar parte de ella en todos los sentidos.
Irene Cruz ve el bosque con un filtro similar al de los románticos alemanes del Siglo XVIII, un lugar de contemplación, de luces y sombras, de senderos que guían al descanso de los claros o al aislamiento de la frondosidad. Sin duda, volver al bosque, sumergirnos en su tranquilidad es un acto primitivo que nos hace ganar consciencia del propio cuerpo y de la unidad de éste con la Naturaleza que le rodea. La calma del bosque agudiza los sentidos, entumecidos por la avasalladora cantidad de datos sensibles que proporciona el entorno urbano. Aunque no los hace más fiables, es una calma un poco de mentira, un poco tensa. En cualquier momento la rompen sonidos y sombras que se interpretan de maneras inesperadas. La imaginación vuela ante la llamada de lo que pudiera ser un ave, ante el crujir de las hojas bajo nuestros pasos, ante el viento entre las ramas o incluso ante nuestra respiración acelerada.
Mila Abadía