Timothy Cummings (Nuevo México,1968) creció rodeado de iconografía católica y representaciones de la muerte, una vivencia que claramente ha influenciado su obra. Autodidacta, con una técnica perfecta, la contemporaneidad de sus creaciones solo tienen cabida en el ahora; y sin embargo goza de un poso de arte primitivo que torna su pintura en emocionante y turbadora.
Un figurativista para quien la narrativa es tan imprescindible como la fantasía, una amalgama de entelequia y realidad con la que consigue transportarnos por mundos donde todo es posible.
Retratos que nos miran asombrados, ojos que delatan pensamientos más sombríos de los que les serían propios, miradas que nos desbordan, nos hacen lúcidos, tanto que podemos comprender esa existencia, quizá ya vivida.
Timothy Cummings recrea una temática cercana a los niños y adolescentes que buscan resolver sus cuitas con el sexo, momentos de inquietud, cuando dejamos de ser infantes para convertirnos en adultos, un instante de identidad sexual, de descubrimiento de la propia orientación, que puede afianzarse o no, ahí, solo cada uno es partícipe de sí mismo.
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