Con cada escenario Leszek Paradowski estimula vivamente los sentidos del observador, nos empuja al goce absoluto que supone disfrutar de la vida y el mundo; momentos fugaces, singulares, instantes difícilmente repetibles que el autor pasea por nuestra retina; les confiere un lugar en el tiempo, aún sabiendo que cada uno de esos segundos son exclusivos y personales.
El autor nos lleva a la emoción ante cada montaje, nos permite plena liberad de interpretación, siempre desde el respeto al planeta como ente principal de su creación.
Personajes que no son protagonistas, al contrario, son un elemento más de esa desbordante naturaleza que nos muestra, como humanos nos corresponde estar, pero solo eso, tan importantes como una rama, una espiga, una gota de agua.
Composiciones que denotan un amor por su país innegable, entornos en los que la fantasía se ha hecho fuerte, mundos oníricos, lugares idílicos, grandes quimeras en las que sumergirnos durante horas.
Mila Abadía | Jose L. Calleja