¿Qué entendemos por monstruoso?¿dónde está la línea de lo que es y lo que no? Nosotros mismos lo somos ¿qué es más aterrador que el propio ser humano? según algunos estudios las zonas del cerebro humano ligadas al placer se estimulan cuando presenciamos el dolor de aquellos que detestamos; para Andrea Galad puede que ni siquiera necesitemos odiar, somos humanos, también terroríficos, serlo continuamente o sólo cuando no podemos evitarlo depende de cada uno.
Andrea Galad compone una fotografía surrealista que nos lleva a ese recoveco oscuro que todos llevamos dentro, también a aquello que nos acecha. Monstruos tenemos todos bajo la cama, esos que cuando nos acostamos nos aguardan, eternos, íntimos, fagocitadores de nuestro yo más profundo, esos que nos llevan de la depresión a la ira pasando por el desamor.
Aunque el autor no nos traslada sólo un mundo de horror, en su obra se respira sensualidad pura, amor compartido, amor dual en el que el homoerotismo tiene su lugar; un universo de bellos engendros masculinos quizá como compensación ante tanta presumible maldad, quizá simplemente porque el deseo es, existe, quizá porque nos hace mantenernos alejados de esa probable crueldad.
© Andrea Galad | Web
Mila Abadía | Jose L. Calleja
