Con clara preferencia por el blanco y negro, el formato cuadrado, y sus propias fotografías como base, la obra de Dariusz Klimczak (Sieradz, Polonia – 1967) es siempre emocional, de forma irónica intenta sorprender al espectador, busca su sonrisa, su complicidad.
Mediante un cuidado uso de la luz y la proporción plasma composiciones surrealistas con las que empuja al espectador a sacar a flote sus propios estados de ánimo, crea realidades fantásticas que rozan el límite de lo posible donde el inconsciente tiene un papel primordial.
Trato de no limitarme, constantemente estoy en busca de nuevos temas. Tengo una historia de amor con el surrealismo; es imposible de ocultar. Si en unos pocos años no hay alguna señal de él, es que he cambiado de amante.
Mila Abadía | Jose L. Calleja