Utilizando como herramientas principales grafito, lápices, acrílicos y tintas, Samuel Gómez con sus ilustraciones a mano alzada nos trae mundos que en un principio pudieran parecer caóticos, no lo son; sus tornillos, engranajes y conexiones tienen una finalidad, quizá el espectador no la encuentre, sin embargo para el autor, los resultados están vinculados claramente.
Universos creados de enredos de complejas máquinas que recuerdan al movimiento Steampunk y que Samuel Gómez, cual moderno cuentacuentos, utiliza para hablarnos de automatización, de sostenibilidad, una narrativa en la que no falta la crítica al caos socioeconómico en el que vivimos, una representación de que aquello que parece hacer que la sociedad avance nos impide a la vez relacionarnos de manera responsable con la naturaleza.
Samuel Gómez no olvida el humor en sus creaciones, eso sí, un humor esquivo, enredado, y un tanto caótico como pudiera parecer su obra, delante de la que podemos pasarnos horas observando, investigando y tratando de dilucidar hacia donde nos lleva el autor.
Impresionante el nivel de detalle y la paciencia infinita para realizar estas composiciones.
Ya lo creo Enkil, puede pasar horas delante de sus obras y no encontrar nunca el final.